Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1854-1856 (Cortes Constituyentes de 1854 a 1856)
Sesión: 6 de diciembre de 1855
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: n.º 261, 8.898 a 8.900
Tema: Preferencia en la discusión de los presupuestos de la ley general

El Sr. SAGASTA: Si, como en mi entender ha debido hacerse, se hubiera empezado dándose cuenta de esta proposición, hubiéramos ahorrado hora y media de tiempo y evitado esa votación que acaba de tener lugar, y que, en mi concepto, no conduce a nada; y no solo conduce a nada, sino que creo que hasta cierto punto, y dispénsenme las Cortes, es ridícula, y por eso no he querido tomar parte en ella.

La proposición que con otros seis Sres. Diputados he tenido la honra de presentar a la deliberación de la Asamblea, tiene por objeto evitar que se entre en la discusión por partes del presupuesto para el año próximo venidero sin que antes se entre en la discusión de la totalidad. Bajo este punto de vista la proposición parecería innecesaria si hubiésemos de atenernos estrictamente a lo que marca el Reglamento, que previene terminantemente que en todos los dictámenes de gravedad y de mucha extensión se empiece la discusión por la totalidad para proceder después a la discusión por partes. Pues bien; no hay un dictamen que pueda presentarse a vuestra deliberación, de más gravedad, de más importancia que el relativo a la ley general de presupuestos.

La ley general de presupuestos es la más grave, la más importante que puede presentarse a vuestra deliberación; y tales son mis creencias en este punto, que tengo para mí que por más que hagamos Constituciones, por más que escribamos el Código fundamental del país, por más que un libro consignéis los principios en que han de basarse las leyes generales del mismo, mientras los presupuestos no se discutan tan detenidamente como es necesario, mientras que a la ley general de presupuestos no se le dé más importancia, quizá más importancia que a todas las demás, no tendremos sistema representativo. Continuemos discutiendo los presupuestos como con ligeras excepciones se han discutido hasta aquí; continuemos mirando; continuemos mirando ese asunto hasta cierto punto con apatía, y tendremos, en vez de sistema representativo, farsa representada. Tengan los Diputados, digámoslo así, las llaves de las arcas del Tesoro, para que de ellas se saque o se deje de sacar según convenga al país, y poco importa lo demás.

Pues bien; el dictamen más grave que puede presentarse a vuestra consideración es el dictamen sobre la ley general de presupuestos. Este está comprendido en el Reglamento, que es una ley que nosotros nos hemos impuesto, y del cual no podemos prescindir sin seguir una tramitación que también fija el Reglamento.

Bajo este punto de vista, la proposición que he tenido el honor de presentar no es más que la expresión fiel y estricta del Reglamento y una solicitud para que cumpláis con una ley, ya que es necesario suplicar hasta que se cumplan las leyes. ¿Habrá Diputado, pues, que considerada así esta proposición se atreva a negarle su voto? No; yo por lo menos no lo creo.

Si en circunstancias dadas pudiera ser innecesaria la estricta observancia del Reglamento, no se encuentra la proposición en ese caso. Tratándose de un presupuesto ordinario que viniese pesando hace tiempo sobre el país, pudiera prescindirse de lo que previene el Reglamento; pero ¿se trata ahora de eso? ¿Se trata de un presupuesto que hace tiempo viene pesando sobre el país, y en el cual se introducen reformas de poca monta? No. Se trata de una ley general de presupuestos, en la cual se introducen reformas radicales en los presupuestos presentados por el Gobierno; y tal como se presenta ahora por la Comisión, se introducen nuevas contribuciones, se aumentan algunas y se modifican varias. ¿Por qué estas reformas, modificaciones y variaciones? Porque se cree que los gastos han de hacerlas necesarias. ¿Cómo, pues, formar juicio exacto de si son o no necesarias, sin el completo examen de toda la ley? Para emitir nuestra opinión en tan importante y complicado asunto, y para emitirla con toda conciencia, es menester examinar a la vez los gastos y los ingresos, porque al examinar los gastos pudiéramos rebajar varias partidas que hiciesen innecesarias algunas contribuciones.

He aquí cómo es menester no empezar a discutir ningún presupuesto sin examinarle en conjunto. Examinémosle, discutámosle en su totalidad, y así veremos mejor si podemos introducir algunas reformas y [8.898] si es posible hacer alguna rebaja en el presupuesto de gastos. De esa manera demostraremos al país que nos afanamos por reducir y aliviar sus cargas todo lo posible y que hacemos por él todo cuanto nos es dable. Yo estoy bien seguro que el país acatará todo lo que aquí hagamos; pero es menester que además de acatarlo lo reciba con gusto, y con gusto lo recibirá desde que vea que sus representantes hacen todo lo que está en su mano para aliviar sus cargas, y con gusto lo recibirá desde el instante que le demostremos que no hemos podido hacer más.

Para conseguir esto; para hacer al país esta demostración, es para lo que yo, con otros seis Diputados, he tenido el honor de presentar esta proposición que creo que votaréis conmigo: primero, porque de no votarla se falta al Reglamento, y segundo, porque es necesario que aquí demos una satisfacción al país, haciendo por él cuanto es posible. Y no solo tengo la persuasión de que votareis la proposición de que se trata, sino que conociendo que vuestros deseos van aún más allá de lo que en ella se pide, tengo la persuasión de que la votaréis por unanimidad.

El Sr. Ministro de la GUERRA (Conde de Lucena): Pido la palabra. La discusión del presupuesto de la Guerra ha dado lugar a la proposición incidental que ha presentado....

El Sr. SAGASTA: Si S.S. me permite....

El Sr. PRESIDENTE: No se puede interrumpir.

El Sr. SAGASTA: Quizá evitaría que se argumentase bajo un supuesto equivocado.

(Habla el Sr. Ministro de la Guerra, Conde de Lucena.)

El Sr. SAGASTA: Ante todo tengo que rectificar una gravísima equivocación de S.S. al creer que mi proposición se dirige solo al presupuesto de Guerra. No hay tal cosa; yo la tenía presentada antes de presentarse el presupuesto, como puede verse por la fecha con que está firmada.

Pero fuera de esto, es muy singular la argumentación de S.S., que manifiesta tener los mismos deseos que nosotros, pero dice que para averiguar lo que queremos saber es preciso que se discutan los gastos, y no es exacto. ¿Qué haremos nosotros con empezar con los presupuestos de gastos? Porque discutamos esos presupuestos que ya están ahí, ¿excusaríamos la autorización para cobrar los ingresos? Es seguro que no; y aunque discutamos esos cuatro presupuestos ya presentados y viniesen los otros que faltan, el resultado sería que para 1.º de Enero tendríamos discutidos los gastos y no los ingresos. Venimos, pues, a parar al mismo resultado que se quiere evitar, pues no tendríamos conseguido nuestro objeto principal. Según tengo entendido, no falta presentar a la Comisión mas que los presupuestos de los Ministerios de Fomento y de Marina, que es en donde menos economías pueden hacerse, porque la mayor parte de las que se propusieran serían [8.899] mal entendidas. ¡Ojalá fueran esos presupuestos los que figuran en primera línea! Pues bien; si no faltan mas que esos dos, ¿cuántos días podrá tardar la Comisión en presentarlos? Solo tres o cuatro, y entonces podremos entrar en la discusión de la totalidad, y entrados una vez en ella, no habrá inconveniente en discutir los ingresos, lo cual, por más que se haga, siguiendo lo que propone el Sr. O' Donnell, no podrá conseguirse. Así, pues, ruego al Congreso se sirva admitir mi proposición, pues de otro modo no podremos lograr lo que se desea.

Se volvió a leer la proposición del Sr. Sagasta, y hecha la oportuna pregunta, pidióse que la votación fuese nominal; y antes de procederse a ella dijo:

El Sr. SAGASTA: Señor Presidente, si se me permite, diré dos palabras, pues quiero hacer entender a las Cortes lo que significa mi proposición, a la cual en nada se opone el acuerdo tomado relativamente a la interpelación del Sr. Arriaga.



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